El camino por recorrer
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Mensaje  Hikari Mar Feb 16, 2010 8:09 pm

Capítulo 21
Pyrokinesia



Abrí los ojos y me senté sobre la cama. Chasqué la lengua y suspiré, me había despertado antes de poder ver su rostro. La habitación estaba sumida en las sombras, en medio de una noche de luna nueva, ni siquiera las estrellas proyectaban un mínimo de luz para distinguir las siluetas del mobiliario de mi cuarto. Solo prevalecían las grotescas formas que mi imaginación les daba a las sombras que se escondían en los rincones. En fin.
Volví a tumbarme con la intención de volver a conciliar el sueño, pero me fue imposible. Durante el resto de la noche no hice más que dar vueltas en la cama con la imagen del hombre de blanco y de Axel deshaciéndose y desvaneciéndose en la nada.
Por un momento pensé en que pasaría si eso se cumpliera, si el pelirrojo se fuera de verdad. Me hice un obillito en la cama mientras que se me ponía la carne de gallina. Me parecía inconcebible el hecho de perder al pelirrojo. Me estremecí al volver a pensar en esa imagen y me cubrí por completo con la fina sábana. Las horas pasaron increíblemente despacio mientras que apretaba los ojos con fuerza y hundía la cabeza sobre la almohada. Finalmente un débil rayo de luz fue iluminando progresivamente la habitación. Me dolía la cabeza por la falta de sueño y la espalda por mantener una postura poco adecuada durante la noche. Me senté sobre el borde de la cama con los pies colgando a ras de suelo pensando en alguna posible solución para mi cansancio, quizá una siestecita en el sofá de Thessla o en el de Dex…No, en el de Dex no...
Al incorporarme de la cama tropecé con mis zapatillas y casi me comí con los paletos el escritorio situado frente a la cama. Subí las persianas y abrí la contraventana procurando hacer el mínimo ruido posible. El sol se alzaba vanidoso en el horizonte despejado. Hoy haría uno de esos horribles días calurosos y soleados de verano que tanto odio.

Retiré la silla y me senté frente a Naminé.
Hikari: ¿Qué dibujas?
Naminé: El castillo.
Hikari: Los edificios siempre te quedan bastante chulos.
Naminé: Gracias
Dijo esto con una amplia sonrisa de oreja a oreja.
Naminé: Hacía mucho que no hablábamos como ahora.
Hikari: Cierto. He estado liada últimamente.
Naminé: ¿En misiones?
Hikari: En parte misiones en parte la vida fuera del castillo.
Naminé: Que suerte…Poder salir…
Suspiré. La situación de Naminé había empeorado desde lo de Yexhana.
Naminé: Deberías irte, oí antes que Axel te buscaba.
Hikari: Hoy no tengo cuerpo para él.
Naminé: ¿Volverás a Villa Crepúsculo entonces?
Hikari: Supongo.
Naminé: Tráeme algo bonito.
Le sonreí casi compasivamente antes de salir de la estancia.



“—¡Dios santo! —susurró, y luego, contempló, estupefacto, al vampiro.
El vampiro era totalmente blanco y terso como si estuviera esculpido en hueso blanqueado; y su rostro parecía tan exánime como el de una estatua, salvo por los dos brillantes ojos verdes, que miraban al muchacho tan intensamente como llamaradas en una calavera. Pero, entonces, el vampiro sonrió, casi anhelante, y la sustancia blanca y tersa de su rostro se movió con las líneas infinitamente flexibles pero mínimas de los dibujos animados.
—¿Ves? —preguntó en voz queda.
El muchacho tembló y levantó una mano como para defenderse de una luz demasiado poderosa. Sus ojos se movieron lentamente sobre el abrigo negro elegantemente cortado que sólo había podido vislumbrar en el bar, los extensos pliegues de la capa, la corbata de seda negra anudada al cuello y el resplandor del cuello blanco, que era tan blanco como la piel del vampiro. Miró el abundante pelo negro del vampiro, las ondas que estaban peinadas hacia atrás encima de las orejas, los rizos que apenas tocaban los bordes del cuello blanco.
—Bien, ¿aún me quieres entrevistar? —preguntó el vampiro.
El muchacho abrió la boca antes de poder contestar. Movió afirmativamente la cabeza.
—Sí —dijo por fin.
El vampiro tomó asiento lentamente frente a él…”

Me encogí al sentir como algo pesado me golpeaba de golpe el estomago, dejando caer al suelo “Entrevista con el vampiro”.
Hikari: ¿Estas tonto? Me gas hecho daño, Axel.
El pelirrojo me miraba de pie, junto al sofá de la sala de ocio, en el cual, yo estaba tumbada leyendo felizmente a Anne Rice. El pelirrojo hizo un leve movimiento con la barbilla señalando al tocho de libro que había dejado caer sobre mí. Las tapas eran de cuero y sus hojas eran amarillentas. El pobre libro estaba lleno de polvo. Limpié con las yemas de los dedos el lugar en el que supuse que debería de estar el titulo. Había algo escrito en letras doradas y con una caligrafía indescifrable. Tras darle varias vueltas al libro y mirar el texto desde varios ángulos pude sacar la frase.
Hikari: ¿El arte de la Pyrokinesia?
El pelirrojo sonrió.
Axel: Arte también conocida como Pyrokinesis o Pirokinesis.
Hikari: ¿Y para que quiero yo esto?
Axel: Está claro ¿No? Para controlar cosillas como lo que pasó ayer. El hecho de lanzar bolas de fuego sin darte cuenta no es algo bueno, necesitaras cierto grado de autocontrol y este libro puede ayudarte, mira.
Axel entonces me quitó el libro de las manos y pasó páginas con rapidez. Finalmente llegó a la página que buscaba y leyó en voz alta.
Axel: “…La meditación es un acto fundamental para esta práctica, puesto que además de desarrollar nuestro intelecto, forja una gran coraza contra los eventos negativos externos ya que nos ayudará a alcanzar otro nivel de intelectualidad y paz, en el que ningún estímulo externo negativo nos pueda afectar…”
Hikari: no voy a leerme esto Axel.
Axel: ¿Por qué?
Hikari: Porque no soy tan guay como tu y no puedo controlar el fuego.
Axel: Tonterias.
Axel entonces cerró el libro y me miró seriamente.
Axel: Escúchame, si de veras tienes talento para esto… Podría ser peligroso que no lo controles, no solo para los que te rodean, sino para ti misma. Lo mismo que puedes prenderle fuego a objetos y personas en un ataque de ira, tus propias llamas pueden volverse contra ti si no sabes como extinguirlas. No pierdes nada por estudiarte esto.
Hikari: El tiempo.
Axel pareció muy dolido por mi último comentario. Suspiré.
Hikari: Perdona, Axel. Es que, últimamente tengo la cabeza hecha un lío.
Axel: Cuéntame.
¿Que te cuento? ¿Qué he soñado con castillos y con el desintegrándose y diciendo cosas raras? No gracias.
Hikari: Son cosas mías
Axel: Puedes contármelo.
Si, en el sueño me demostrabas lo contrario.
Hikari: No es nada importante, a ver, pásame ese libro ¿Por donde empiezo?
Axel: Puede saltarte el párrafo, ese te lo puedo contar yo, lee esto.
El pelirrojo buscó entre las páginas del principio y luego me tendió el libro.
Leí el texto para mí.

“…Si al practicar Pyrokinesia no meditamos, lo primero que ocurrirá será que abandonarás la práctica por falta de motivación. Lo segundo,
que no podrás desarrollar al máximo tu habilidad. Y lo tercero, que si llegas a un estado avanzado de la Pyrokinesis, tu habilidad puede llegar a ser contraproducente para tí o para terceros, como les sucede a las personas anteriormente mencionadas, que por un arrebato de furia, con solo mirar un objeto pueden hacerlo arder en llamas.”


Hikari: Interesante…
Axel: Vele, ya hemos visto que parece ser que tienes cierto don para esto, lo que necesitas es domar tu habilidad, aprender a concentrarte ¿Recuerdas cuando te enseñé a abrir portales? ¿Lo fácil que era si sabías como centrarte en esa energía?
Asentí con la cabeza.
Axel: Esto es igual, pero con otro tipo de energía. Así de simple. Son otro tipo de cosas las que tienes que manipular. Se que a veces puedo repetirme pero…
Hikari: Descuida.
Axel: Bien, ahora observa.
Axel se sentó en el suelo y me indicó que me sentara junto a él. Acto seguio quitó el guante y creó una pequeña llamita que danzaba en la palma de su mano.
Axel: ¿Qué ves?
Hikari: ¿Fuego?
Axel: Si, correcto, tienes bien la vista.
El pelirrojo sonrió con aire sarcástico.
Axel: Probémoslo así, mira el fuego, ¿Qué sientes?
Hikari: Que me ciega.
Axel: ¿Qué mas?
Hikari: Calor
Axel: ¿Qué mas?
Hikari: Luz
Axel: ¿Qué mas?
No estaba segura de la respuesta que buscaba el pelirrojo cuando preguntaba “¿Qué mas?”
Hikari: Tranquilidad, pero también fiereza, es un elemento difícil de domar, peligroso y… No se…
El pelirrojo estiró la espalda, se cruzó de piernas y cerró los ojos.
Axel: Continúa.
Miré la llamita.
Bailaba hipnóticamente de un lado ara otro, moviendo provocativamente sus contornos de un lado para otro, como incitándome a tocarla o apagarla. Era un fuego que de algún modo cálido, vibrante, misterioso, un fuego que encajaba completamente con la personalidad del pelirrojo. Estaba a su merced, si el lo deseaba podría apagarlo y extinguirlo para siempre. Me pregunte si esa inocente llamita lo sabía, si sabía su sino si se salía del redil o si no contentaba a su maestro. Me pregunté si ese fuego tenía vida o conciencia. Si estuviera mirando a una vela posiblemente lo vería como un fuego cuadriculado, un fuego que sigue las reglas, las cumple hasta el límite y se va consumiendo lentamente en su cuadrante posiblemente sin conocer de la existencia de un mundo exterior a sus pareces de cera. Pero en manos de Axel esa llama era extrovertida y atrevida, parecía estar apunto de querer saltar a mis manos descontenta con el diminuto espacio vital que su maestro le proporcionaba.
Hikari: Es como si estuviera vivo…
Axel: Lo está.
El pelirrojo abrió los ojos y sonrió.
Axel: Al igual que cualquier elemento en manos expertas. Bien, lo que tienes que hacer para…
Hikari: Esto es fácil.
Axel: ¿Eh?
Hikari: Esto ya lo he hecho antes.
Axel: ¿El qué?
Hikari: Hacer fuego.
Axel: Conmigo no.
Hikari: No, pero eso no quita que lo haya hecho antes, estoy segura.
Axel arqueó la ceja.
Axel: ¿Ah, si? Enséñame lo que sabes, lista.
Ni siquiera tuve que concentrarme mucho, el fuego apareció en la palma de mi mano. Se lo lancé al pelirrojo y el lo recogió estupefacto.
Hikari: Y se hacer más
Axel: “Show me”
Entonces pasé la mano por delante de la llamarada que el contenía en su mano, convirtiéndola en un cubito de hielo macizo que se desquebrajó al caer al suelo. El pelirrojo miró al suelo y luego me miró a mí sin decir nada.
Hikari: ¿No vas a decirme nada?
Axel: ¿Decirte qué?
Hikari: No se, por qué se hacer esto por ejemplo.
Axel: Eso es cosa tuya, ya te he dicho que conmigo no habías hecho eso.
Miré al pelirrojo. Quería decirle algo, quería hacerlo, me moría de ganas pero… Era tan difícil preguntarle si me ocultaba algo…
Hikari: Me voy…
Me incorporé rápidamente e intenté no pisar los restos de hielo del suelo.
Axel: A dónde
Hikari: A cambiarme
Axel: ¿Para qué vas a cambiarte a estas horas?
Axel se levantó y se sentó en el sofá.
Hikari: Me voy a villa crepúsculo
Axel: Vas mucho a Villa Crepúsculo
Hikari: si
Axel: ¿Ya no te gusto?
Me giré hacia el pelirrojo con la ceja arqueada.
Hikari: Claro que si.
Axel permaneció unos instantes en silencio mirando hacia la pantalla negra del televisor de plasma.
Axel: ¿Te apetece dar una vuelta...conmigo?
Hikari: Claro
Al pelirrojo se le iluminó la cara.

En menos de media hora ya estábamos sentados el uno junto al otro, mecidos por el suave traqueteo de los trenes de villa crepúsculo, iluminados por la dulce luz del atardecer.
Hikari: ¿Por qué tenías interés en quedar?
Axel: No se, me apetecía hablar...
Hikari: Puedes hablar con Xigbar y Demyx.
Axel: Me refiero a hablar con alguien que me escuche.
Suspiré.
Hikari: ¿Y de que quieres hablar?
Axel: No se, de cosas. Si quieres hablamos de Dex o de lo que tú quieras...
Hikari: ¿A dónde vamos?
Axel: A ninguna parte
Uy como está este...
Hikari: ¿Qué ha pasado Axel?
Axel: Thessla.
Yo ya sabía que los incorpóreos no tenían sentimientos y todo eso, de modo que me fascinaba cuando mostraban indicios de algo semejante a ellos.
La relación de Axel con Thessla… Tampoco tenía mucho misterio, como el resto de las relaciones de mi hermana. Exceptuando la etapa de su infancia en la que fueron amigos todo se resume al ámbito sexual, a lo físico.
Axel: Yo a ella... Siempre la he considerado mi amiga. Yo la metí en la Organización. Adoraba estar con ella, me hacía sentir algo calido aquí.
Axel se llevó la mano al pecho. Aún no alcanzo a comprender que puede llenarte a nivel sentimental en una relación así.
Axel: Pero ahora siento frío, ella me desprecia y me aborrece por completo.
Hikari: ¿Cómo es que tú metiste a Thessla en la Organización?
Axel agachó la cabeza.
Hikari: Si no quieres hablar de ello...
Axel: No, posiblemente me "sienta" mejor al hacerlo, no me importa.
Que irónico.
Axel: Thessla siempre ha tenido muchos contactos, pese a esos trabajillos clandestinos a los que se dedica y su enfermiza afición a la pseudo prostitución, se metió en el cuerpo de policía.
Hikari: ¿Poli? ni de coña.
Axel: Choca ¿Eh?, Imagínatela, con su uniforme ajustadito, su escote...
Hikari: ¿Podemos volver a la historia?
Axel: Ejem…Yo por aquel entonces tenía muchas misiones en solitario en la ciudad. Un día la vi frente a los cuerpos de unos que se entrometieron en mi camino. La reconocí al instante. Con sus marcas rosadas bajo el ojo izquierdo y su pelo rubio cual campo de trigo. Tan despampanante como siempre. Quería hacerla llegar hasta mí y dado su oficio y mi posición...
Hikari: No me lo digas…Asesinatos en masa.
Axel: Puntuales. Ella me buscó con ahínco y al final me encontró. Tras llevar más de diez años sin vernos tardó un poco en reconocerme, eso incluye el hecho de que tuve que esquivar algunas balas. Creo que el hecho de quitarme la capucha cuando amenazaba con dispararme ente ceja y ceja fue acertado. En fin, tras el típico reencuentro de película puedes imaginarte que teníamos muchas cosas que contarnos, el roce hace el cariño y... Bueno, tras hacernos unos mimitos en los que no voy a profundizar Thessla me dijo que no quería volverá separarse de mí y por eso me la llevé conmigo. Tuve que lamerle mucho el culo a Xemnas, pero al final a Thessla le dieron una gabardina. Yo era feliz, ella me hacia creer que de verdad yo podía sentir algo... Hasta que conoció a Marluxia y yo dejé de serle interesante.
Hikari: Lo siento
Axel: Da igual, en el fondo no siento nada, así que…
El vagón redujo la velocidad y anunció la llegada a la estación de la colina del atardecer.
Axel: Venga, demos un paseo.
Salimos junto con el resto de los pasajeros. La brisa me revolvía los mechones de pelo largo y me obligó a recogérmelo en una coleta, aunque no pude hacer nada con el problema del flequillo.
El pelirrojo no parecía sufrir este problema, ya que su pelo se mecía levemente, pero mayormente se mantenía estático en su sitio.
Llevaba un jersey de color gris oscuro junto con unos pantalones anchos, llenos de cadenas y de piezas metálicas.
Axel: Las cosas van a cambiar...
Hikari: ¿Por qué?
Axel: Y me daría pena quedarme solo.
El pelirrojo ni siquiera se giró hacia mí. Bajó los escalones que había a la izquierda de la parada sin mediar palabra alguna. Yo le seguí. Le paré en medio de las escaleras agarrándole de la manga.
Hikari: ¿Qué está pasando Axel? ¿Qué me ocultas?
Axel arqueó la ceja.
Hikari: ¡No soy estúpida Axel!
El pelirrojo miró hacia otro lado y comenzó a hablar.
Axel: Es... todo ese tema del elegido, me da miedo. He hablado con Yexhana y todas sus predicciones son devastadoras y catastróficas para la Organización. Pasa las horas con Xemnas para informar de todas la posibles visiones que pueda tener. Nos mandan a misiones para arrasar a todos los sincorazón que detectamos.
Hikari: Eso…
Axel: Hi... yo… No tengo corazón, no yo ni ninguno de los otros incorpóreos. Somos corazas bacías, restos residuales con una imagen similar a lo que alguna vez fuimos. El objetivo de la organización, o uno de ellos, es conseguir que nosotros volvamos a nuestro estado original, volver a ser normales, completos, como tú.
Axel se soltó de mi agarre con suavidad
Axel: Tienes mucha suerte. Tienes un alma, un corazón, una vida y un futuro. Quiérete y quiere tu vida. Si no es por ti, hazlo por mí.
Axel me acogió en sus ojos verdes cual campo en primavera. Cuando miró a los míos sentí cierta complicidad, cierto cariño. Fue agradable
Hikari: ¿acaso me ves como una emo suicida?
Axel se encogió de hombros.
Axel: Ya me lo dirás
Hikari: Oh, gracias, cabrito...
Axel sonrió.
Axel: Te invito a un helado.
Hikari: Siempre me invitas a un helado.
Axel: ¿Y qué?
Hikari: Que me pondré gorda.
Axel: Pues te haré dar vueltas a la manzana.
Hikari: Te odio
Axel: Sabes que no.
Ambos sonreímos mientras que el pelirrojo me hizo un movimiento con la cabeza para que le siguiera.
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