El Fic de un Fic (lol)
4 participantes
Página 1 de 1.
El Fic de un Fic (lol)
Bueno-venga-va, posteo esta pequeña ridiculez (Sí, el Fic, de un Fic) Realmente no sé si lo continuaré o no, pero bueno, es una forma de animar algo más el foro y de testar mi propia habilidad escritoril.
Un día como cualquier otro.
Despertó, y abrió los ojos al instante.
La habitación se mantenía a oscuras a pesar de que seguramente, en el exterior ya habría luz.
Sus ojos se dirigieron con rutinaria precisión hacia la tenue luz que emitían los dígitos de su despertador. Las 6:59, un minuto exacto antes de la alarma programada, como todas las mañanas.
Había dormido bastante, así que se levantó con facilidad, caminó en la penumbra hacia la ventana, y subió la persiana con tranquilidad. Fuera, estaba comenzando a amanecer y la intensa luz anaranjada bañó su rostro, reemplazando a su vez, las sombras de su habitación por cálida luz.
Sus ojos pardos, medio marrones medio verdes, contemplaron el silencioso espectáculo con una nota de ternura. Sin duda, adoraba poder regalarse una visión tan bella. “Y los amaneceres de ese mundo eran especialmente bellos.”
En ese momento comenzó a sonar la alarma del despertador, con un timbre que iba creciendo en volumen y rapidez. Para una persona dormida eso era el canto de los mismísimos abismos, pero él ya estaba completamente despierto, y lo dejó sonar.
El pletórico despertador continuó con su marcha infernal un par de minutos más, hasta que enmudeció satisfecho; al fin y al cabo, era justo concederle ese pequeño concierto, pues era y sería la única muestra que denotaría que, un día hace dieciocho años, a esa misma , él había nacido.
Complacido con esa peculiar “felicitación” por parte de un aparato electrónico a pilas, cambió su pijama por la ropa que llevaría ese día y, tras peinar un poco su media melena de ondas castañas frente al espejo de la habitación, salió de la misma rumbo al comedor de la residencia estudiantil.
Realmente era demasiado temprano, pero las empleadas de la cocina debían madrugar para tenerlo todo listo, con lo que no tuvo problema en obtener un desayuno, tras agradecer el servicio a la risueña cocinera, se sentó en una de las mesas del desierto comedor y desayunó sumido en el agradable silencio.
Ya debía faltar poco para que comenzaran a bajar los primeros compañeros, de modo que tomó lo poco que le restaba de desayuno y salió del comedor. Si subía las escaleras con rapidez no se toparía con nadie, de manera que aceleró el paso mientras saboreaba distraídamente los últimos bocados de su desayuno.
Llegó sin problemas hasta su habitación; la fortuna había querido preservar su solitario tránsito, pues poco después las escaleras fueron inundadas por el torrente de cientos de pasos guiados por la perspectiva de un desayuno caliente.
—El reinado del silencio terminó. — Se dijo a si mismo, y la solemnidad de ese pensamiento le hizo sonreír. Silbando algo country comenzó a reunir los útiles que necesitaría ese día.
Por supuesto los libros de Historia, Alquimia, Aritmética y la Enciclopedia del Combate, fueron lo primero que depositó en la mochila de cuero. Hoy, si no recordaba mal, tocaban más clases prácticas que teóricas, con lo que a penas necesitaría libros.
A continuación introdujo diverso material de escritura y, por último el material de combate.
Un pequeño kit de primeros auxilios, algunos elementos alquímicos y un par de esferas mágicas. Una vez guardado todo, se colgó la mochila y paseó la vista por la habitación distraído, a penas había tardado unos minutos y ya estaba listo. Fuera, el Sol comenzaba a calentar la calle y la temperatura no parecía ser demasiado baja, así pues decidió no entretenerse más y con una amable inclinación de la cabeza se despidió de su habitación. Ya había decidido que no trataría de salvar nada, su preciada habitación y lo que contenía quedaría a salvo en sus recuerdos.
Se dirigió de nuevo a la puerta y del perchero colocado junto a esta descolgó su arma, una katana sobria pero de línea elegante guardada en su vaina de metal y ébano, se la ajustó a la espalda y salió de la habitación.
Las escaleras estaban desiertas de nuevo, pues todos debían estar en el comedor desayunando.
San Seacabó.
PD: Por si a alguien le interesa esta curiosidad, la canción silbada por el protagonista es “The River” de Bruce Springsteen.
=3
Un día como cualquier otro.
Despertó, y abrió los ojos al instante.
La habitación se mantenía a oscuras a pesar de que seguramente, en el exterior ya habría luz.
Sus ojos se dirigieron con rutinaria precisión hacia la tenue luz que emitían los dígitos de su despertador. Las 6:59, un minuto exacto antes de la alarma programada, como todas las mañanas.
Había dormido bastante, así que se levantó con facilidad, caminó en la penumbra hacia la ventana, y subió la persiana con tranquilidad. Fuera, estaba comenzando a amanecer y la intensa luz anaranjada bañó su rostro, reemplazando a su vez, las sombras de su habitación por cálida luz.
Sus ojos pardos, medio marrones medio verdes, contemplaron el silencioso espectáculo con una nota de ternura. Sin duda, adoraba poder regalarse una visión tan bella. “Y los amaneceres de ese mundo eran especialmente bellos.”
En ese momento comenzó a sonar la alarma del despertador, con un timbre que iba creciendo en volumen y rapidez. Para una persona dormida eso era el canto de los mismísimos abismos, pero él ya estaba completamente despierto, y lo dejó sonar.
El pletórico despertador continuó con su marcha infernal un par de minutos más, hasta que enmudeció satisfecho; al fin y al cabo, era justo concederle ese pequeño concierto, pues era y sería la única muestra que denotaría que, un día hace dieciocho años, a esa misma , él había nacido.
Complacido con esa peculiar “felicitación” por parte de un aparato electrónico a pilas, cambió su pijama por la ropa que llevaría ese día y, tras peinar un poco su media melena de ondas castañas frente al espejo de la habitación, salió de la misma rumbo al comedor de la residencia estudiantil.
* * *
Realmente era demasiado temprano, pero las empleadas de la cocina debían madrugar para tenerlo todo listo, con lo que no tuvo problema en obtener un desayuno, tras agradecer el servicio a la risueña cocinera, se sentó en una de las mesas del desierto comedor y desayunó sumido en el agradable silencio.
Ya debía faltar poco para que comenzaran a bajar los primeros compañeros, de modo que tomó lo poco que le restaba de desayuno y salió del comedor. Si subía las escaleras con rapidez no se toparía con nadie, de manera que aceleró el paso mientras saboreaba distraídamente los últimos bocados de su desayuno.
Llegó sin problemas hasta su habitación; la fortuna había querido preservar su solitario tránsito, pues poco después las escaleras fueron inundadas por el torrente de cientos de pasos guiados por la perspectiva de un desayuno caliente.
—El reinado del silencio terminó. — Se dijo a si mismo, y la solemnidad de ese pensamiento le hizo sonreír. Silbando algo country comenzó a reunir los útiles que necesitaría ese día.
Por supuesto los libros de Historia, Alquimia, Aritmética y la Enciclopedia del Combate, fueron lo primero que depositó en la mochila de cuero. Hoy, si no recordaba mal, tocaban más clases prácticas que teóricas, con lo que a penas necesitaría libros.
A continuación introdujo diverso material de escritura y, por último el material de combate.
Un pequeño kit de primeros auxilios, algunos elementos alquímicos y un par de esferas mágicas. Una vez guardado todo, se colgó la mochila y paseó la vista por la habitación distraído, a penas había tardado unos minutos y ya estaba listo. Fuera, el Sol comenzaba a calentar la calle y la temperatura no parecía ser demasiado baja, así pues decidió no entretenerse más y con una amable inclinación de la cabeza se despidió de su habitación. Ya había decidido que no trataría de salvar nada, su preciada habitación y lo que contenía quedaría a salvo en sus recuerdos.
Se dirigió de nuevo a la puerta y del perchero colocado junto a esta descolgó su arma, una katana sobria pero de línea elegante guardada en su vaina de metal y ébano, se la ajustó a la espalda y salió de la habitación.
Las escaleras estaban desiertas de nuevo, pues todos debían estar en el comedor desayunando.
San Seacabó.
PD: Por si a alguien le interesa esta curiosidad, la canción silbada por el protagonista es “The River” de Bruce Springsteen.
=3
Hold- Cantidad de envíos : 49
Localización : Contemplando el horizonte tormentoso
Fecha de inscripción : 18/02/2009
Re: El Fic de un Fic (lol)
la palabra escritoril no existe =D
pgChan- Cantidad de envíos : 24
Fecha de inscripción : 08/04/2009
Re: El Fic de un Fic (lol)
Lo sé, y disfruto inventándome palabras.
Hold- Cantidad de envíos : 49
Localización : Contemplando el horizonte tormentoso
Fecha de inscripción : 18/02/2009
Re: El Fic de un Fic (lol)
me gusta como escribes. Continualo, que parece que tiene chicha
Dantorio- Escudero
- Cantidad de envíos : 54
Edad : 31
Localización : La spidercueva
Fecha de inscripción : 16/02/2009
Re: El Fic de un Fic (lol)
Oh noes, I'm so flattered.
Sí, seguramente lo continuaré.
Ayer mismo encontré el "capítulo piloto" que escribí hace tropecientos años.
Sí, seguramente lo continuaré.
Ayer mismo encontré el "capítulo piloto" que escribí hace tropecientos años.
Hold- Cantidad de envíos : 49
Localización : Contemplando el horizonte tormentoso
Fecha de inscripción : 18/02/2009
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
|
|