El camino por recorrer
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Capítulo 5

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Mensaje  Hikari Miér Sep 09, 2009 3:09 pm

Capítulo 5
Informes de un mundo perdido II





Atlas accedió finalmente a llevarse consigo de visita a Pero, Cómo, Cuándo, Dónde y Por Qué a su cachito de mundo a cambio de que le dejaran descansar un poco en el viaje de vuelta. Pero, como el buen chico que era, aceptó sin que se lo pidieran a ser el capitán de la nave durante la travesía. Tras dejar al joven al volante Atlas se retiró. Se sentía cansado, muy cansado. No sabía del todo por qué. Tras encerrarse en una pequeña habitación con literas, desvestirse y tumbarse en la cama, a pesar de que se le cerraban los ojos de cansancio, no consiguió pegar ojo en todo el viaje. Los problemas, los conflictos, Thessla…Todas esas cosas rondaban por su mente y eran tan molestas cual astilla clavada en el pié. Atlas pasó horas con la minada perdida en ninguna parte dándole vueltas al asunto. Finalmente, Por qué, entró en la habitación tras llamar a la puerta para anuncia que ya estaba próxima la toma de tierra. Atlas se vistió y se acercó a la cabina con cara somnolienta.
Dónde: Hablando del rey de Roma…
Cómo: Buenos días
Atlas: Nssssss días =_=
Atlas dijo esto en medio de un bostezo mientras que se estiraba un poco.
Atlas: ¿Dónde estamos?
Dónde: Cerca
Cuándo: llegaremos en poco más de un cuarto de hora…
Por qué: ¿Por qué demonios hay tantos meteoritos que esquivar? =_=
Pero: Eso mismo me pregunto yo….Pero son taaaan bonitos…
Por qué: tienes el gusto de lo bello en el culo ¬¬
Pero: ¡Oye! Qué yo…
Cómo: Tú a conducir pequeñajo que si nos estrellamos y morimos será culpa tuya.
Pero: Pero…Pero…Pero…No hace falta ser tan bestia T_T
Atlas suspiró. “Como siempre” pensó para si con una pequeña sonrisa en los labios.
Atlas: Por curiosidad… ¿Cuánto tiempo pensáis quedaros?
Cuándo: El que nos dejes :3
Atlas: Si es por mi….para toda la vida.
Dónde: Nos honra que nos quieras tanto.
Atlas: Bueno…Es que a excepción de Galimatías e Inner….Vosotros sois las únicas personas que me ven como un amigo y no como…
Cómo: ¿Como el grandísimo soberano que eres?
Atlas: Uhm…Algo así.
Pero: Ellos no se han bañado después de las clases contigo en el lago …Si lo hicieran se darían cuenta de que de “grandísimo” nada.
Atlas le lanzó una mirada asesina mientras que se ponía colorado.
Pero: Yo creo que en ese ámbito el más dotado es…
Todos: ¡PERO!
Pero: Correcto, correcto, yo XD
Y entre risas y extrañas conversaciones recordando el pasado llegaron a tomar tierra.
Pero se ocupó de dejar estacionada adecuadamente la nave mientras que Cómo, Cuándo, Dónde y Por qué se encargaba de ir sacando su equipaje. Atlas decidió adelantarse, tenía unas ganas locas de volver a entrar en casa, además hacía frío y parecía que iba a llover…
La raza de los “Vampiros” había tenido desde siempre cierto prestigio puesto que representaba algo así como la alta burguesía del reino por no decir casi la nobleza, no es tan de extrañar que poseyeran grandes tierras y riquezas, entre ellas un precioso y enorme castillo de color gris plomo en el que se alojaba prácticamente toda la especie. No era como el castillo en el que vivía la familia real, sino un tanto más desigual, con formas extrañas y estructuras que parecían estar apunto de venirse abajo por su aparente “inestabilidad”. Torreones por aquí, balcones por allá… Esa desigualdad era tan bonita a los ojos de Atlas…No importaba el tiempo que estuviera fuera, su morada seguía igual de preciosa y resplandeciente que antaño…Aunque por desgracia no podía decir lo mismo de Imaginary…
Atlas entró en el castillo. El inmenso hall, vestido de rojo carmín y adornado con tapices, le dio una cálida bienvenida con el dulce olor a rosas procedente de los jarrones que adornaban el pasillo y que impregnaba todo el edificio.
Atlas se descalzó y frotó sus pies con las suaves alfombras hechas a base de colores cálidos oscurecidos por el paso del tiempo.
“Da gusto estar en casa” dijo para si mientras que avanzaba hasta llegar al salón principal. Esa era una de sus habitaciones favoritas a parte de su estudio.
Inner estaba en el salón principal, tumbado en un diván de color carmín al lado del danzante fuego de la chimenea leyendo un libro.
Inner era un ser altísimo, medía poco más de dos metros, con las extremidades enormes… Pero era buen hombre, aunque diera miedo cuando estuviera de pié.
Tenía la piel de color lima y su pelo se asemejaba a la hierba de los campos en primavera. Unos ojos amarillentos con pupilas en forma de estrella de cuatro puntas se escondían tras unas gafas de media-luna mientras que pasaban velozmente de una palabra a otra del libro.
Llevaba puesta su ropa “informal” que consistía en una chaqueta roja y plateada, con una camiseta de tirantes grisácea y unos pantalones a juego.
Atlas: ¿la Divina comedia otra vez?
Inner alzó sus ojos para clavarlos en los del recién llegado.
Inner: ¿Ya has vuelto?
Atlas: No, estás viendo un holograma
Inner: graciosillo ¬¬
Atlas se sentó en un sillón color burdeos cercano al de Inner.
Inner: ¿Cómo ha ido?
Atlas: Como siempre
Inner: Tsk, lástima…
Atlas: Ya ves…
Atlas suspiró.
Inner: ¿Y por qué no pasamos de ellos? ¿Eh? Que se busquen la vida…Nosotros ya tenemos nuestro pequeño paraíso que…
Atlas: Hemos de compartir con las banshees y demás criaturas que habitan auí porque no tienen otro lugar, o no tienen medios para ir a otro lugar…Si a eso le sumamos el hecho de que nuestro “paraíso” va menguando día tras día…
Inner: ¿A qué te refieres?
Atlas: No estoy seguro…pero cada vez este sitio es literalmente más pequeño…
Inner: No acabo de pillarte pero… ¿Es bueno o malo?
Atlas: No estoy seguro, pero tengo dos hipótesis: o Imaginary se está reconstruyendo solo…O se está desintegrando…
Inner: ¿D-Desintegrando?
La voz de Inner tembló.
Inner: ¿Vamos a desaparecer nosotros con el?
Atlas: No creo, no lo se…No obstante veo más fiable la primera opción…Cuando voy allí y miro al mar veo cada vez más lejos el horizonte…
Inner suspiró con algo de alivio.
Atlas: ¿Y Gali?
Inner: Ni idea…Supongo que a fuera, regando la plantas…
Atlas: uhm…Ya es tarde…No debería de andar solo por ah…
Galimatías: ¡Atly!
El joven, que aparentaba poco más de once años humanos, se lanzó a los brazos de Atlas.
Este era completamente diferente a su hermano Inner. Su piel era de un tono gris pálido y su pelo marrón rojizo.
Gali era de un tamaño por así decirlo “normal”, muchísimo más pequeño que su hermano. El Color de sus ojos era del mismo tono anaranjado que las hojas secas en otoño.
Galimatías: ¡Qué alegría verte sano y salvo de nuevo! ¿Me leerás un cuento esta noche?
Atlas: ¿Un cuento? Está bien, pero solo si te portas bien y te lavas bien los dientes antes de acostarte.
Galimatías: ¡YAY! ¡UN CUENTO! ¡UN CUENTO!
El niño salió corriendo de la habitación haciendo como si fuera un avión mientras que agitaba sus muñecos de madera hechos por el mismo.
Atlas: ¡Cuánta vitalidad!
Inner: Si, lo que más me alegra es que se haya acostumbrado a este tipo de vida.
Atlas: ¿Sin amigos para jugar?
Inner. Sin padres
Atlas: Oh
Inner: Creo que…ha encontrado en ti el sustituto de un padre. Le lees cuentos, le dices lo que tiene o no que hacer…
Atlas: Yo ya…No quiero ser el padre de nadie, Inner.
Inner: Lo siento.
Atlas suspiró profundamente. “Padre”, era una palabra con tanto significado, tanto sentimiento, tantas cosas ocultas…
Atlas: Oye Inner…
Inner: ¿Aja?
Atlas: Tú… ¿me consideras atractivo?
Inner alzó la vista bruscamente de su libro y le miró con una expresión extraña en el rostro entre sorpresa y horror.
Inner: O_o’…Esto…Atlas… ¿Hay algo que no me hayas contado?
Atlas: ¡No idiota! XD Es que…No se…Me siento viejo… E incapaz de atraer a las mujeres como antes T_T
Inner: Es lo que tiene, ochocientos siete años ya empiezan a notarse…
Atlas: Si, pero aún puedo cantar esa de “I’m tu sesy fo mai love, tu sesy fo mai love, lovis goin tu liiiivmi” XD
Inner: ya chocheas viejo XD
Atlas: oh, me rompes el alma cuando dices eso XD
Atlas se incorporó y se estiró.
Atlas: Bueno…Creo que ya es hora de que “el menda” se retire…Buenas noches Inner.
Inner: Lo mismo digo.
Atlas abandonó la estancia y se aproximó a las escaleras de madera cubiertas de moqueta que llevaban a las habitaciones. Tras andar un buen trecho de pasillo llegó a la puerta de su habitación, giró el pomo y entró en esta.
Al fin estaba de vuelta en casa, en su hogar, en su estudio, su pequeña prisión en la que voluntariamente se encerraba durante instantes, horas, días…
Atlas se quitó la chaqueta, se aflojó la corbata y desabrochó un poco la camisa. De nuevo la paz, sin ajetreos, sin quejas, sin disputas, nada, solo silencio y el ruido del viento meciendo los árboles a su merced. De vez en cuando se oían voces por los pasillos, pero eso era normal, al fin y al cabo, vivían unas doscientas criaturas bajo el mismo techo, el completo y continuo aislamiento del ruido era una utopía en ese lugar, pero Atlas se sentía contento por esa razón. Prefería mil veces tener falta de sueño porque algunos críos hubieran andado gamberreando durante la noche que sentirse vacío por la soledad.
Atlas se aproximó a la mesa de su estudio mientras que encendía un par de velas, comenzaba a oscurecer. Se sentó en la silla y se desplomó sobre la mesa llena de libros.
Atlas: Tengo sueeeeño…
Atlas se incorporó de la silla y se aproximó a unas botellas de cristal.
Atlas: Y en honor a Baco, dios del vino y de las fiestas, un poquito de vino…
Atlas cogió una enorme copa y la llenó hasta los topes de ese líquido oscuro. Luego bebió el vino con gusto y, tras agarrar la botella de cristal, volvió a sentarse junto al escritorio.
A fuera una atmósfera con aires de tormenta inundaba el cielo nocturno. El viento movía violentamente los árboles cuyas ramas arañaban la pared de su morada.
“Hace frío…” Atlas se abrochó los botones que antes de había quitado. “Es verdad, ya es invierno, frío invierno…”
Le vino entonces a la mente algo de su niñez…Una escena en concreto, la primera vez que fue rechazado, expulsado de un grupo por su raza. Unos niños jugaban con una pelota sobre la nieve y entonces se les fue la mano y la colaron en el bosque. La pelota aterrizó cerca de donde Atlas estaba y cuando fue a devolvérsela estuvieron a punto de apedrearle…
Tsk, se sintió tan mal en ese momento. Por aquel entonces no entendía la diferencia entre las razas… Que inocente era….
Atlas también recordó el día en el que murió su padre….Lo mucho que lloró su muerte…
Atlas suspiró. Su padre…la única familia que le quedaba tras la desaparición de su madre….Aunque en el fondo daba gracias por que hubiera muerto “de viejo”, sin enfermedades ni nada por el estilo.
Atlas volvió a suspirar y le pegó otro sorbo a la copa de vino. Cerró lo ojos.
Entonces todo pasó por su mente. Tras la muerte de su padre el fue nombrado el nuevo soberano de su raza. Nunca le gustó. Nunca le gustó la idea de ser superior a los otros. “Primus inter pares”, si, definitivamente eso le gustaba más….Y luego…Ah, luego estalló la guerra con la llegada al trono de aquella zorra…
Las cosas iban más o menos bien, entre los humanos y el resto de las criaturas había sus diferencias pero con evitarse mutuamente era suficiente.
Todo era así hasta que el rey de Imaginary murió y no se sabe por qué pero una mujer extranjera, llamada Severina, se hizo con el poder debido a la desaparición del príncipe heredero.
Ahí fue cuando todo se volvió negro. La mujer era, por así decirlo, extremadamente radical.
Si, el la recordaba bien, con su hermosa cara esculpida por ángeles y su fría mirada sin corazón. Empezaron chinchando los humanos, de eso no cabe duda. Empezaron utilizando a niños como primeros mártires…Los crucificaron en la plaza del pueblo, exhibiéndolos al pueblo llano.
Esas pobres criaturas eran expuestas al odio y a las burlas de los ciudadanos…
Aún recordaba los gritos de los alguaciles hacia la multitud…
“Matadlos, matadlos pueblo”….así decían… “Matadlos ahora que aún son jóvenes, antes de que crezcan y sean un peligro para vuestras mujeres e hijos y para todos nosotros”…Y el pueblo gritaba… “¡MUERTE! ¡MUERTE!”
Primero los ataron con cuerdas a los crucifijos, luego fueron clavos, luego las quemaduras, los latigazos, los cortes, los desangramientos y las muertes. Los gritos de las madres se repetían en su cabeza. Día y noche, agonizando por la perdida de lo que más querían.
Y no solo fueron unos niños, sino mucho más. Criaturas inocentes que cruzaban por descuido las fronteras del protector bosque para ser masacrados por los humanos.
Al recordar esto una ardiente rabia le quemaba por dentro.
Malditos humanos…los mataría a todos…
Si, eso pensaba en aquella época, sin lugar a dudas…Pero la vida da vueltas y vueltas…
Entonces le vino a la mente el día en el que conoció a su mujer, su preciosa rosa fresca recién cortada….perdida…asfixiada…
Recordó ver su hermosa cara tras despertarse después de recibir el impacto de tres flechas en su pecho en medio de batalla.
Aquellos ojos tan bonitos, un tanto más oscuros que los suyos, azules cual cielo de verano.
La mayoría de los vampiros tienen, por regla general, un iris cuyo color varía entre rojo y azul según su estado de ánimo o su apetito por la sangre.
En esa época el renegaba de ese horrible color azul tan terriblemente similar al de los ojos de algunos humanos, esa era la razón por la que en su “juventud” siempre llevara los ojos teñidos de color carmín, siempre….Hasta que apareció Aurora….Hasta que ella le dijo lo sumamente hermosos que era el cachito de cielo que le miraba junto a una sonrisa todas las mañanas.
Se casaron, tuvieron dos hijos en común y luego, luego…Luego fue cuando tuvo que separarse de ellos…
Cuando le pillaron.
Cuando tuvo que elegir entre su esclavitud o la muerte de un tercio de su gente.
Esa escena también la recordaba bien. El, en el suelo, con varias lanzas apuntándole al cuello. Frente a él, ella, Severina, con sus soldados, a su izquierda sus hombres malheridos y con un arma apuntándoles a la garganta y a su derecha la puerta de salida.
El tenía que elegir, y lo hizo bien.
Jamás sacrificaría la existencia de otro igual por la suya, en todo caso lo contrario, desde siempre. Atlas se estremeció al recordar la sensación que le producía el roce del frío acero de los grilletes con su piel…
Y así fue como el “Gran” Atlas se convirtió en el inútil soberano que no fue capaz ni de derrotar a una mujer…o al menos eso contaban las habladurías populares por los lugares en los que había guardias de la reina…
Una leve sonrisa se le dibujó en el rostro al recordar alguna de las “gilimemeces” que en aquella época se decían…Cosas tales como: “Atlas perdió un duelo a muerte contra su majestad y esta le perdonó la vida a cambio de que le sirviera” “Atlas y una veintena de sus hombres más fuertes se enfrentaron a su majestad en un duelo privado y él perdió” “Atlas y todo su ejercito se enfrentaron a su majestad en sus propios aposentos en plena noche y ella sola sometió a Atlas con un simple cuchillo de cocina que guardaba bajo su almohada”…y más aún que se decía de el, cada rumor era más distante de la realidad que el anterior…
Pero un día llegó su oportunidad de “aclarar” las cosas... Cuando la reina se presentó ante su pueblo como la gran guerrera que derrotó al bárbaro Atlas.
Ella le había creado un discurso mediante el cual se humillaba así mismo y se rebajaba al mínimo exponente que recogía los fragmentos más rimbombantes de los estúpidos rumores que se difamaron….Aún recordaba la cara de “su majestad” cuando salió a ese balcón y pronunció su propio discurso…
“Oídme pueblo, no os creáis las falacias de esta gente. He sido yo quien voluntariamente me he entregado a cambio de una cosa, la libertad de mis hermanos. Los de mi raza siempre me consideraron su líder auque yo me negué a aceptarlo, y tras deliberar unas horas en prisión me he dado cuenta de que el deber de un buen líder es cuidar y proteger a los suyos hasta la muerte. Por eso es por lo que vuestra soberana y yo hemos hecho un trato…Mi completo sometimiento a su voluntad a cambio del fin de la guerra y de las muertes de los vuestros. Por eso es por lo que he de dejar a mis aliados, más que no sufran por mi partida, habrá otros mucho mejores y más sabios que yo que impedirán una guerra en vez de pararla…”
Dicho esto salió del balcón. A Atlas le entraron escalofríos por lo que venía después, ya sabía lo que le tocaba por esa osadía. En efecto, el primer golpe se lo dieron en las costillas, y tras encorvarse el segundo en la espalda, y así repetidas veces a lo largo del cuerpo hasta tumbarle en el suelo.
Atlas se peino el pelo mientras recordaba como agonizaba de dolor en esos instantes, como, dentro de si, ardía de deseos de suplicar que le remataran aunque en el fondo se sentía orgulloso de si mismo porque había que echarle un buen par como para llamar mentirosa y falsa a su majestad a la cara y delante de todo el pueblo…
Tras esta parte de la historia venía otra más horrible…
Le encerraron en una celda en los sótanos del castillo bajo unas condiciones infrahumanas.
El rey de los vampiros pasaba hambre y frío en un lugar dejado de la mano de Dios con el cuerpo desnudo y lleno de heridas, más el sonreía por dentro, dado que por fuera ya no le quedaban fuerzas para hacerlo, por el hecho de pensar de que gracias a sus sacrificio al otro lado de las cuatro paredes en las que el vivía el mundo era un poco más fácil para sus semejantes. Pero se equivocaba. Las guerras cesaron, si, pero las persecuciones no.
Fue entonces cuando, una fatídica noche, un pequeño grupo de rebeldes intentaron sacarle de su prisión. Sin embargo, no llegaron siquiera a entrar en el castillo.
Atlas se enteró de esto a la mañana siguiente, cuando el carcelero abrió la puerta de su celda y le obligó a incorporarse. Ese día daría un giro radical a su vida. Le llevaron hasta la plaza del pueblo donde le inmovilizaron atándole a una plataforma frente a unas horcas con trampilla. Le tocaría entonces ver la peor ejecución de su vida… Tres personas, con la cara tapada por un saco, subieron a duras penas las desgastadas escaleras de madera para que el verdugo les colocase la soga alrededor del cuello. Las víctimas parecían ser una mujer y dos niños casi adolescentes por su estatura. Cual fue su horror al descubrir, cuando quitaron los sacos, los rostros de su mujer y sus hijos.
“Y este es el precio de la insolencia…” Esas fueron las últimas palabras que pronunció “su majestad” antes de que diera la orden al verdugo.
Atlas gritó, forcejeó, intentó desesperadamente escapar para detener la ejecución. Pero fue inútil, los días en prisión le habían dejado demasiado débil como para romper sus ataduras.
Atlas lloró, lloró como nunca en su vida. ¿Qué le importaba su orgullo o que le humillasen con estupideces? Había perdido lo que más quería y eso dejaría una herida que ya nunca sanaría.
Pero por sorprendente que pareciera el público no gritó con júbilo ni nada por el estilo ante las ejecuciones de ese día, no después de ver la otra faceta del ser que tanto habían temido. Ese ser al que veían como un monstruo sediento de sangre y sin escrúpulos se había convertido en poco más que un indefenso niño. Sentía, padecía, lloraba… Un intenso silencio solo roto por su llanto se apoderó del renio…
Atlas se aproximó hacia un marco de fotos desgastado situado sobre su mesilla de noche.
Atlas: Aurora…
Besó las caras sonrientes que aparecían en la foto y se sirvió otra copa de vino.
Atlas: Te hecho de menos…
Atlas dejó el marco sobre la mesilla junto con la copa de vino. Se recostó sobre la cama y se acurrucó entre las múltiples almohadas que cubrían la cabecera. Se hizo un ovillito entre la colcha y cerró los ojos.
Aurora…
Era lo único que ocupaba su mente en esos momentos.
Aurora…
Oh, como había pensado en ella durante los últimos siglos…
Aurora…
Su bien, su gloria, su todo…
Atlas suspiró. Aún le entraban escalofríos al cerrar los ojos y recordar la muerte de su amada….Ahorcada…Junto con sus hijos, sus pequeños, Avril y Awan…
Fue entonces cuando pegó un respingo y empezó a llorar. Golpeó la pared con frustración. Si hubiera podido romper sus ataduras…Si hubiera sido más fuerte…
Inner llamó a la puerta.
Inner: ¿Atlas? ¿Estás bien?
A Atlas se le heló la sangre. Se puso de espalda a la puerta y se medio tapó pon la colcha. Inner llamó una segunda vez y entró en la habitación.
Inner: ¿Atlas?
Este permaneció en silencio haciéndose el dormido mientas que se aguantaba las lágrimas.
Atlas: nnn…otra ronda de cervezzzznnn…espumosa….nnnnn
Inner acto seguido cerró la puerta sigilosamente.
Atlas dejó de fingir que hablaba en sueños y se puso a llorar nuevamente de forma más silenciosa.
Todas las veces, sin excepción, no importaban los años, siempre que volvía de Imaginary pensaba en su pasado, su mujer, sus hijos y lo mucho que le dolía en el pecho su muerte.
Y luego, tras perderlos, quiso dejarse morir. Fue entonces cuando Atlas comenzó a ver cerca su hora. Eso era, sin duda alguna, un hecho que le alegraba tanto como le entristecía. Desearía seguir vivo para salir de esa ratonera y hacérselas pagar a Severina, pero también deseaba con la misma fuerza volver a ver a su familia. No habían pasado todavía ni ocho días de ayuno cuando Noreia se presentó ante el. Noreia era una despreciable “bruja” infame que se dedicaba a hacer trueques con la gente, cosas tales como “Tu libertad a cambio del color de tu pelo” o “Riquezas a cambio de servicio eterno en la otra vida”, eran tratos en los que ella siempre salía ganando…
Atas no la había llamando, o quizás no conscientemente, no obstante ella se presentó ante él alegando que la necesitaba.
Atlas recordó la larga conversación que los dos mantuvieron.
Ella iba a sacarle de esa prisión si o si, pero no porque el se lo pidiera, sino porque en el fondo ella le necesitaba a el. Sin Atlas el mundo exterior a las cuatro paredes en las que el vivía estaba sumido en el caos.
Le necesitaban de vuelta. Necesitaban a alguien con dotes de líder para conseguir cambiar la situación y todos sabían que en el fondo no había nadie mejor que el.
El trato con Atlas fue la única excepción que Noreia permitió en sus tratos, fue la única persona a la que le permitió “salir ganando”
El trato fue este: su capacidad de enamorarse a cambio de nuevas fuerzas, longevidad, sabiduría y salir de su celda.
Atlas aceptó, al fin y al cabo, fue él el que le dijo lo que quería dar a cambio. No quería volver a sufrir tanto por alguien como lo había hecho entonces y la mejor forma de hacer es era no volver a enamorarse. Podía amar, si, pero lo máximo a lo que llegaría sería a ver a alguien como a un hermano y nada más…
Inner: ¡Atlas! ¡Atlas! ¡DIOS MÍO DESPIERTA!!
Atlas: ¿que? ¿Que? =_=
Atlas se aproximó a la puerta y justo cuando iba a girar el pomo Inner abrió la puerta.
Inner: ¡Atlas! Dios mío una banshee!
Atlas: ¿qué?
Inner: ¡una banshee! ¡Han pillado a una banshee en los alrededores del castillo! Tiene un mensaje para ti.
Atlas abrió los ojos de par en par.
Atlas: ¿¡UNA BANSHEE!?
Atlas cogió su chaqueta y fue abrochándose de nuevo los botones de la camisa mientras que seguía a Inner bajando las escaleras a trompicones…
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